Hay que compadecerlos

(...)
¿Cómo,
cómo sabrían

lo que han hecho,
lo que hacen?

¿Algo tiene de extraño

que deserten del asco,

de la hiel,

del cansancio?

Sólo puede esperarse

que defiendan el plomo,

que mueran por el guano,

que cumplan la proeza

de arrasar lo que encuentren y exterminarlo todo,

para que el hambre extienda sus tapices de esparto

y desate su bolsa ahíta de calambres.

Son ferozmente crueles.

Son ferozmente estúpidos...

pero son inocentes.

¡Hay que compadecerlos!

(Oliverio Girondo)

No me alcanza.

Siempre. Tantas cosas para decir. 

Para defender y otras para ensuciar.

Mientras. Fuera, de los medios, del Congreso, de las Mesas Redondas y las de Enlace...

Fuera de los Blogs, y de la Prensa. 

Fuera del insulto cotidiano, de los volantes, y de las Banderas. 

Fuera de los ataques, (!¿Fuera?!)

Están. Viviendo, resistiendo, desfalleciendo.

Volviendo, cuando pueden. 

Y se habla.  De Puros, o Independientes. 

De militancias o de periodismos.

De campos, chacras, peones. Un ajedrez. 

Del Futuro que no llegará, o de Pasados que no fueron.

Qué me importa.

Se hablará de lo que hacemos, pero no se hará  de lo que hablamos. 

No empuñes el filo si no lo vas a usar para cortar esas sogas.

Las camas tibias, se están agotando. 

Fuck You, para quienes como yo,

 seguimos escribiendo sin cortar nada. 

Necesitamos ya un Estatuto del Peón

 Rural democrático. Justo. 

Laura Ponzoni